¿Puede el libro antiguo ser una inversión?


Hace unos años, uno de mis clientes preguntó mi opinión acerca del libro antiguo como inversión. Os adjunto unos extractos de la respuesta que le hice llegar en este momento:

La idea del libro antiguo y raro visto como una inversión tiende a dividir la comunidad de los libreros profesionales. La International League of Antiquarian Booksellers (ILAB) (a la cual somos afiliados a través dos de sus asociaciones, la española y la francesa) incluye en particular, desde hace unos años, la recomendación para sus miembros de no incitar a considerar el libro antiguo como una inversión o de no asemejarlo a un producto financiero. Tal prudencia es comprensible cuando uno recuerda algunas aventuras como la de Aristophil!
No obstante, la dimensión patrimonial, en todos los sentidos de la palabra, del libro antiguo parece obvia y los compradores de libros raros siguen alimentando, en su inmensa mayoría, la esperanza de que su última adquisición ganará valor en el futuro (o que, por lo menos, no perderá valor).

Recordemos unas ideas preliminares:

  • En términos generales, el valor de los libros antiguos tendía antiguamente a crecer con el tiempo, lo que respondía a cierta lógica si pensáis que la rareza también tiende a crecer con el tiempo.

  • Hace unos veinte años, el mercado del libro antiguo empezó a convertirse en global, con la revolución de internet que puso al alcance de todos millones de libros raros en todo el mundo.
    Qué efectos produjo el desarrollo de internet en el mercado del libro raro? Son obviamente múltiples y el objetivo de esta pequeña visión general no es el de ofrecer un informe completo pero desearía insistir en dos consecuencias importantes: 1). El acceso al mundo virtual ha proporcionado a todos unos conocimientos que hasta la fecha sólo estaban al alcance de un pequeño número de eruditos, de bibliotecarios profesionales y de libreros experimentados. 2). La redefinición de la idea de rareza con la toma en cuenta de internet como una nueva herramienta indispensable para medir la disponibilidad de un título y su precio. Antes de la aparición de internet, nada podía reemplazar la experiencia personal y hasta los libreros más experimentados podían llegar a tener une visión incompleta del mercado.

  • Como todos los mercados (y también el mercado de los productos financieros, sea dicho de paso) el mercado del libro antiguo es sujeto a coyuncturas y modas que pueden llegar a ser difíciles de prever. Tanto es así que es imposible considerarlo como una entidad única con movimientos ordenados.

  • Hoy en día, el mercado del libro antiguo sigue perturbado por la revolución de internet. Por ejemplo, algunos libros raros se encuentran actualmente disponibles a la venta en varios ejemplares, lo que empuja generalmente su precio a la baja pero se trata probablemente de un movimiento temporal y después de algún tiempo (¿tal vez diez años más?) el precio de estos libros puede que vuelva a subir porque los pocos ejemplares actualmente disponibles ya no se encontrarán en el mercado en el mismo momento.

  • A pesar de la revolución de internet, algunos libros extremadamente raros e importantes logran todavía precios elevados en subastas y un rápido vistazo a los catálogos de libreros y las ferias de libros raros, muestra que numerosos libros raros de alto nivel alcanzan precios muy elevados.



Qué hay que pensar entonces del potencial actual de los libros antiguos como inversión?

Mi respuesta es: sí, algunos libros raros pueden ser una inversión que puede eventualmente llegar a proporcionar beneficios significativos tras una o dos décadas (diez o veinte años). Dicho esto no es una inversión sin riesgos. En esta perspectiva, valoraría el riesgo de perder dinero desde "moderado" hasta "relativemente alto", en función de varios factores: quién os asesora, sobre qué tema queréis coleccionar, etc.

Algunos consejos:

  • No penséis solamente como un inversor. Atribuir un valor y estar preparados en pagar un precio para vivir vuestra pasión de la bibliofilia. La idea debería ser comprar libros que valen el precio que paguéis en el momento de su compra, y de mantener una política de compra ordenada que disminuya el riesgo de ver el valor de vuestra inversión reducirse significativamente en el futuro. Obtener un retorno de vuestra inversión debería ser la guinda del pastel, ¡no el pastel!

  • Ser selectivos: intentar definir la perspectiva de vuestra colección con unas palabras, luego intentar reducir estas palabras a una combinación que puede llegar a convertir el enfoque de vuestra colección en único y reconocible pero no fuera de vuestro alcance.

  • Tomad el tiempo de crear y consolidar una relación personal con un puñado de libreros experimentados. Los profesionales de ILAB son generalmente extremadamente fiables y experimentados y si deseáis invertir vuestro tiempo y alguna cantidad de dinero, encontraréis probablemente unos buenos guías para ayudaros en vuestro proyectohttps://www.ilab.org



¿Y vosotros? ¿Qué opináis?
publicado por  Julien a  17:39 | comentarios [3]


COMENTARIO BLOG


publicado por   BURTON (ROBERT)
21 Jun 2020 a 10:59

Interesante desglose del asunto, realmente nunca me había parado a considerar todos esos puntos a excepción de un par. En cambio, si he considerado a menudo otro problema relacionado: la liquidez de los libros antiguos. Para los libreros la cuestión es obvia y ya ha sido comentada en infinidad de ocasiones (es un problema, con una escala de tiempo distinta, que afecta a cualquier distribuidor de cultura). Para el bibliófilo, la liquidez es un asunto un poco mas secundario aunque puede ser complementaria si se piensa en términos de legados. No son pocos los que quieren dejar una biblioteca como un legado, no solo a nivel personal sino también institucional.

Muchas son las bibliotecas que han sido vendidas y donde el propio catalogo de la subasta ha ayudado a hacerse una idea de que libros, potencialmente, podrían estar todavía disponibles en el mercado o también como ayuda en la identificación de libros análogos.

Por otro lado hay dinámicas del pasado que ya no son tan habituales en el día de hoy. Me viene a la mente el ejemplo de los Grolier, que ya tendrían valor por si mismos al tener impresiones de alta calidad del s. XVI, pero que Grolier elevo al introducir sus ideas de diseño en las encuadernaciones personalizadas. Que aparte es una cuestión interesante los pocos reparos de las personas del pasado (no de todas las épocas, ahí tenemos los casos de la locura por los elzeviros con portadas originales) para destripar encuadernaciones originales para agregar las suyas propias y que a día de hoy se evalúan como alto valor.

Como guinda provisional, diría que son una inversión, pero no debe de ser LA inversión como mas o menos ya se introduce en esta entrada



publicado por   SAPPHO
21 Jun 2020 a 17:57
Un tema interesante a tratar, teniendo en cuenta la desenfrenada búsqueda de negocio en la sociedad actual, algo que, en épocas anteriores, aquellas donde fueron editados los libros que hoy son protagonistas de esta controversia, no se contemplaba como tal, ya que la mayoría de ellos, fueron concebidos, no como un objeto de arte para coleccionistas, sino como una herramienta para propagar el saber en una época donde no estaba al alcance de toda la población.
Sin duda, sólo a través del conocimiento se adquiría cierto estatus social. Una manera de hacer ver esa diferencia, era mostrando obras de arte que sólo podían ser pagadas y adquiridas por una clase social alta, monarquía o clero. La inversión en obras de arte era sinónimo de liderazgo y poder y muchos encargos servían para ese fin. Eso sigue ocurriendo en la sociedad actual, donde el interés en adquirir una obra de arte exclusiva, no sólo simboliza la admiración por artista, más bien demuestra el poder adquisitivo del comprador que expone su trofeo como símbolo de su riqueza y distinción. Lógicamente, esos “trofeos” son más fáciles de exponer si cuelgan de una pared o se exponen en nuestro jardín. Nadie duda del valor y la inversión que supone adquirir un cuadro de Picasso, Miró, o una escultura de Giacometti. Igualmente ocurre cuando se adquiere una propiedad inmobiliaria, nadie duda de que se trata de una inversión y su propietario puede alardear de la fortuna que posee. Igualmente, la adquisición de obras de arte por parte de empresas de prestigio, no se realiza por reconocimiento profesional hacia el artista, más bien como un simple objeto valioso, de reconocido valor en el mercado, que muestra el éxito en las finanzas de la empresa, una estrategia de marketing que posiciona en un lugar preferente a quien la luce.
Para un bibliófilo, se trata sin duda de una obra de arte y no dudará de su gran valor, tanto cultural como monetario, pero para alguien que simplemente quiera hacer visible su alto nivel adquisitivo, será un objeto más difícil de exponer. Desgraciadamente no todo el mundo se interesa por los tesoros que esconde una biblioteca, ya que eso requiere de un conocimiento previo y de un amor por los libros. Ser rico o exitoso, no siempre es sinónimo de sensibilidad y erudición. Por ello estoy de acuerdo en que la adquisición, en este caso, debe estar motivada no sólo por invertir en un objeto con el que se pueda comerciar, sino por el compromiso de salvaguardar un legado cultural. Generalmente, nadie se sorprenderá del valor de un diamante y pagará gustosamente miles de euros por ello, ”Un diamante es para siempre”, pero no verá tan justificado ese valor en un libro. El libro antiguo será una inversión para aquellos que entiendan su verdadero valor e importancia, y debería ser más promocionado como un objeto valioso, símbolo del arte y el conocimiento, no sólo para investigadores especializados, también para cualquiera que ame la belleza y la cultura. Esa labor debería llevarse a cabo por expertos en el comercio del libro antiguo, que están al día del valor en cada momento, financiados por entidades responsables de la cultura de un país. Desgraciadamente en el nuestro, gastamos más en gestionar actividades de ocio que entretienen a la sociedad, que en aquellas que la enriquecen intelectualmente. Mientras eso ocurra, el oro y las joyas seguirán siendo una inversión fácil de lucir en cabezas poco cultivadas intelectualmente, pero más fáciles de manipular.


publicado por   JULIEN
21 Jun 2020 a 19:47
Muy interesante el concepto de liquidez y efectivamente de gran relevancia en el estudio económico de la bibliofília.
Coincido en todo con su análisis, Sr. "BURTON", excepto tal vez en el punto que hace referencia a Grolier, el cual habría que matizar, creo. Hay que recordar que hasta bien entrado el siglo XIX los libros recién impresos se solían vender en hojas sin encuadernar en las librerías, y era responsabilidad (y gozo) de sus compradores encargar sus encuadernaciones al maestro encuadernador de su elección, según su criterio, gusto y presupuesto. Impresión tipográfica y encuadernación eran dos actividades separadas, que no compartían ni gremio profesional, ni espacio físico.
Por este motivo creo que a Grolier no se le puede reprochar demasiado haber destripado encuadernaciones originales para reemplazarlas con encuadernaciones de su gusto, ya que muchos de sus libros los compró recién llegados de la imprenta y sin encuadernar. En todo caso los reemplazos de este tipo que Grolier habría supuestamente protagonizado no tendrían nada que ver con la moda que empezó en Francia en la segunda mitad del siglo XIX, por la cual numerosos coleccionistas quitaron de sus ediciones más valiosas las encuadernaciones originales antiguas demasiado "modestas", de piel común, cartoné antiguo o pergamino, para reemplazarlas con lujosas encuadernaciones firmadas en tafilete.
Este fenómeno iniciado en Francia se imitó por toda Europa, y en España también (las bibliotecas de Salvà o Gómez de la Cortina estaban repletas de ejemplares encuadernados nuevamente según los gustos del dueño de la biblioteca). Claro está, en este caso hablamos de una pérdida considerable de material original que en su día no se valoraba demasiado. Aunque los tafiletes firmados indican a menudo una procedencia ilustre y un libro destacado que casi siempre sigue mereciendo la atención del bibliófilo, nunca llegaremos a saber lo que se ha perdido con las cubiertas que se quitaron para seguir la moda del tiempo. Hoy en día se valora mucho más la condición original, por modesta y sencilla que sea.
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