4 Abr 2020
¿Lees tus libros antiguos?
Una pregunta profana que nos hacen a menudo, a nosotros libreros de libros raros, es si nuestros clientes "leen sus libros antiguos?"...
Según una idea todavía bastante común (y - hay que decirlo - alimentada desde el siglo 19 por sus retratos dibujados en la literatura), los bibliófilos serían como "fetichistas de libros" obsesionados por toda clase de detalles sin sentido y para quienes la posesión representaría el grueso de su interés por el libro en general.
Como librero creo poder opinar al respecto (y la lectura de varios comentarios escritos por los usuarios de nuestro blog nos proporciona varios indicios de respuesta) pero antes de testificar... ¡me gustaría conocer tu opinión! Así que me limitaré a escribir la primera línea de mi respuesta: "Sí, ¡mis clientes saben leer!...".
Te toca hablar ¡ahora!
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COMENTARIO BLOG
Debido a mi joven edad y a mi inexperiencia en cuanto a bibliofilia, no podría dar una explicación sobre si los bibliofilias leen sus libros o no pero puedo comentar sobre lo que he visto en mi familia y en general. Un libro puede tener varias utilidades que se pueden interpretar, o no, de maneras diferentes. Algunos leen sus libros antes de venderlos, lo que implica que les dan una utilidad doble a sus libros, lo usan como ocio y también como un producto.
En mi familia se suele aplicar esta formula dependiendo de los libros debido a que solo hablamos el francés, español y catalán e ingles para otros. En mi opinión personal hay que utilizar el libro, aplicando el interés según lo que haremos con él.
En mi familia se suele aplicar esta formula dependiendo de los libros debido a que solo hablamos el francés, español y catalán e ingles para otros. En mi opinión personal hay que utilizar el libro, aplicando el interés según lo que haremos con él.
Una pregunta interesante. Y creo que voy a comentar algo ligeramente controvertido, así que avisados quedan!
Aparte del puro goce estético, de la sensorialidad de un volumen dado, hay un par de factores a tener en cuenta en la lectura....y son la comodidad del volumen y la fluidez real con la que podemos abordar su lectura.
La comodidad sobre todo material. Los libros bellos y raros tienen faltas que pueden disculparse...pero los que no son catalogados como tales están habitualmente plagados de incomodidades. Pliegos sin cortar, goma totalmente seca y agrietada por infinidad de aperturas descuidadas, ausencia de paginas, garabatos (personalmente encuentro encantadores los comentarios en párrafos, no así los garabato sin ton ni son). Y eso sin entrar a comentar las encuadernaciones derrumbándose ante la primera pasada de pagina.
El segundo punto diría que es el polémico, la fluidez real de lectura. Primero esta el factor del idioma de impresión...si tuviera un Aldo en mis manos y suponiendo que se me pasara por la cabeza hojearlo, la realidad es que no se leer en latín! Pero vayamos a un ejemplo mas cercano, a la lectura de un libro antiguo en castellano...es realmente un placer leer en un libro en un castellano de una época arbitraria?
Uno puede estar habituado a leer libros en su idioma nativo en un siglo dado, pero de cualquier época arbitraria? sinceramente, no lo creo! (He aquí la controversia )...el goce de la lectura, hasta cierto punto, puede incluso verse como el lujo del especialista que busca específicamente libros de una época. La fluidez es crucial, al menos en mi opinión.
Y por supuesto, si de verdad uno quiere y siente pasión por un libro en concreto, moverá cielo y tierra para poder entenderlo, aunque sea con una edición moderna a un lado y el libro antiguo en el otro.
Aparte del puro goce estético, de la sensorialidad de un volumen dado, hay un par de factores a tener en cuenta en la lectura....y son la comodidad del volumen y la fluidez real con la que podemos abordar su lectura.
La comodidad sobre todo material. Los libros bellos y raros tienen faltas que pueden disculparse...pero los que no son catalogados como tales están habitualmente plagados de incomodidades. Pliegos sin cortar, goma totalmente seca y agrietada por infinidad de aperturas descuidadas, ausencia de paginas, garabatos (personalmente encuentro encantadores los comentarios en párrafos, no así los garabato sin ton ni son). Y eso sin entrar a comentar las encuadernaciones derrumbándose ante la primera pasada de pagina.
El segundo punto diría que es el polémico, la fluidez real de lectura. Primero esta el factor del idioma de impresión...si tuviera un Aldo en mis manos y suponiendo que se me pasara por la cabeza hojearlo, la realidad es que no se leer en latín! Pero vayamos a un ejemplo mas cercano, a la lectura de un libro antiguo en castellano...es realmente un placer leer en un libro en un castellano de una época arbitraria?
Uno puede estar habituado a leer libros en su idioma nativo en un siglo dado, pero de cualquier época arbitraria? sinceramente, no lo creo! (He aquí la controversia )...el goce de la lectura, hasta cierto punto, puede incluso verse como el lujo del especialista que busca específicamente libros de una época. La fluidez es crucial, al menos en mi opinión.
Y por supuesto, si de verdad uno quiere y siente pasión por un libro en concreto, moverá cielo y tierra para poder entenderlo, aunque sea con una edición moderna a un lado y el libro antiguo en el otro.
¡Bienvenida sea la polémica sobre tan profundas materias, estimado "BURTON"! Y le agradezco haber puesto de relieve el verdadero alcance de mi pregunta inicial.
No me resisto a citar en esta ocasión, a modo de propagación incendiaria (o mejor dicho vírica...), un aforismo no menos polémico del ensayista e investigador Nassim Nicholas Taleb (nacido en 1960): "Algunos leen 'Decadencia y caída del Imperio romano' de Gibbon en un libro electrónico, pero se niegan a beber un Château Lynch-Bages en un vaso de plástico".
Pongamos, amigo "BURTON", que la antitesis más radical del libro antiguo y de sus incomodidades, sea el libro electrónico. Coincidimos en que la comodidad es sin duda de primordial importancia para cualquier texto de uso práctico y en este sentido el libro electrónico es una herramienta que dificilmente se puede superar para consultar un texto y extraerle información.
Pero en mi opinión la lectura también se puede referir a un proceso cognitivo que no se limita a la simple capacidad de descifrar un texto y que llega a mobilizar otras vías de percepción, que pueden dar al texto de pensamiento (sea literario, poético, filosófico, religioso, científico) una profundidad casi inalcanzable de otra manera. Supongo que los muchos elementos (papel, tipografía, encuadernación...) que sitúan la obra en su contexto original, participan de lo que podemos llegar a entender al leer el texto.
Para mí, la comparación entre las dos experiencias (la lectura de un libro electrónico y del mismo libro en su versión original) se asemeja a la diferencia entre visionar desde mi sofá un reportaje de televisión sobre buceo, y tirarme al agua para ir a bucear entre arrecifes de coral. ¡Claro está! Lo más fácil, lo más seguro, lo más confortable (y lo más económico) no va a ser lo más emocionante ni lo más placentero... como suele ocurrir en general.
Llama bastante la atención la posibilidad de adquirir de forma gratuita la versión electrónica de milliones de libros antiguos, como (por ejemplo) la primera edición de los "Principia Mathematica" de Newton, sin que el valor económico de los ejemplares originales se vea perjudicado.
En estas cuestiones creo que no solamente no existen verdades, más bien posturas individuales, sino que tampoco tenemos por qué pensar lo mismo a lo largo de toda nuestra vida. ¿Genial, no?
No me resisto a citar en esta ocasión, a modo de propagación incendiaria (o mejor dicho vírica...), un aforismo no menos polémico del ensayista e investigador Nassim Nicholas Taleb (nacido en 1960): "Algunos leen 'Decadencia y caída del Imperio romano' de Gibbon en un libro electrónico, pero se niegan a beber un Château Lynch-Bages en un vaso de plástico".
Pongamos, amigo "BURTON", que la antitesis más radical del libro antiguo y de sus incomodidades, sea el libro electrónico. Coincidimos en que la comodidad es sin duda de primordial importancia para cualquier texto de uso práctico y en este sentido el libro electrónico es una herramienta que dificilmente se puede superar para consultar un texto y extraerle información.
Pero en mi opinión la lectura también se puede referir a un proceso cognitivo que no se limita a la simple capacidad de descifrar un texto y que llega a mobilizar otras vías de percepción, que pueden dar al texto de pensamiento (sea literario, poético, filosófico, religioso, científico) una profundidad casi inalcanzable de otra manera. Supongo que los muchos elementos (papel, tipografía, encuadernación...) que sitúan la obra en su contexto original, participan de lo que podemos llegar a entender al leer el texto.
Para mí, la comparación entre las dos experiencias (la lectura de un libro electrónico y del mismo libro en su versión original) se asemeja a la diferencia entre visionar desde mi sofá un reportaje de televisión sobre buceo, y tirarme al agua para ir a bucear entre arrecifes de coral. ¡Claro está! Lo más fácil, lo más seguro, lo más confortable (y lo más económico) no va a ser lo más emocionante ni lo más placentero... como suele ocurrir en general.
Llama bastante la atención la posibilidad de adquirir de forma gratuita la versión electrónica de milliones de libros antiguos, como (por ejemplo) la primera edición de los "Principia Mathematica" de Newton, sin que el valor económico de los ejemplares originales se vea perjudicado.
En estas cuestiones creo que no solamente no existen verdades, más bien posturas individuales, sino que tampoco tenemos por qué pensar lo mismo a lo largo de toda nuestra vida. ¿Genial, no?
Estimado librero,
Antes de dar mi opinión personal al tema propuesto, quisiera expresar mi gratitud por una iniciativa como ésta, en la que lejos de pretender pasar las horas de estos extraños días en frivolidades y actividades superficiales que en nada mejoran el intelecto, ni aumentan nuestra cultura, nos sumerge en ese bello mundo de los libros, que sí nutre nuestra mente de conocimientos, y calma nuestro espíritu cada minuto que pasamos entre sus páginas.
Contestando a la pregunta propuesta, sí lo hago dentro de mis posibilidades. Creo que habría que recurrir, en la medida de lo posible, a las obras originales como fuentes historiográficas que conservan intacto el mensaje de su autor. Esas primeras ediciones de libros antiguos, son siempre un tesoro que conserva la esencia inalterable de la idea que el autor ha querido donar a la humanidad, sea de una temática científica o de cualquier género literario. Por ello no hay mejor forma para saborearlo y entenderlo, que hacerlo en su lenguaje original y en la edición más temprana que podamos consultar.
Por supuesto, es difícil adquirir todas las obras que nos interesan en sus primeras ediciones, pero aquellas obras o autores que son especialmente relevantes para cada uno de nosotros, merece la pena leerlas tal y como fueron pensadas y escritas en su momento, sin alterar su lenguaje, sin que haya ningún intermediario entre el autor y el lector. Sólo así se podrá apreciar la riqueza del lenguaje utilizado, contextualizando la época en que fue escrito, y apreciando la evolución y los cambios en la lingüística que se han producido.
Lógicamente, a lo largo de la historia del libro, hemos tenido acceso a obras, gracias a la evolución de la imprenta, que permitió el acceso a la cultura con ediciones económicas, cuya finalidad era difundir el conocimiento. Pero no hay que olvidar, que para los bibliófilos y cualquiera que quiera profundizar en una temática o autor, es necesario y precioso acudir a aquellas ediciones que conservan intacta la obra, en el lenguaje de su tiempo y el idioma de su autor. Al igual que cuando queremos estudiar una obra pictórica, no partimos de la imagen reproducida en un papel y acudimos al óleo original para analizar la pincelada del artista y reconocerlo en ella, así también deberíamos leer los libros antiguos, disfrutando cada palabra pensada y escrita, disfrutando también de la tipografía elegida por el editor. Podemos leer a Cervantes, Shakespeare, Petrarca, Montaigne … traducidos por grandes profesionales que han realizado su trabajo para que podamos leer la obra en nuestro idioma o lenguaje actual, pero en ese trayecto habremos alterado, sin duda, parte de la belleza y riqueza de la obra como testimonio de su autor y de su tiempo. Al propio lenguaje, también hay que añadir la belleza de las ediciones antiguas, con sus imperfecciones tipográficas, sus imágenes xilográficas ilustrando la obra, grabados, y como no, la encuadernación que los recubre y preserva del tiempo. Auténticas obras de arte, como las que se encuentran en esta librería y que suponen un auténtico objeto de deseo para los amantes del libro, no sólo para ser adquiridas y expuestas inamovibles en vitrinas, más bien para darle vida entre nuestras manos y enriquecer nuestro conocimiento con el de aquellos que nos precedieron y que aportaron grandes obras e ideas para el progreso de la humanidad.
Gracias nuevamente por las propuestas que ofrece este blog y por esa ventana, siembre abierta, que nos permite apreciar las joyas que esconde.
En estos días difíciles tal vez nos de ánimo recordar una frase de Miguel de Cervantes:
“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.
Antes de dar mi opinión personal al tema propuesto, quisiera expresar mi gratitud por una iniciativa como ésta, en la que lejos de pretender pasar las horas de estos extraños días en frivolidades y actividades superficiales que en nada mejoran el intelecto, ni aumentan nuestra cultura, nos sumerge en ese bello mundo de los libros, que sí nutre nuestra mente de conocimientos, y calma nuestro espíritu cada minuto que pasamos entre sus páginas.
Contestando a la pregunta propuesta, sí lo hago dentro de mis posibilidades. Creo que habría que recurrir, en la medida de lo posible, a las obras originales como fuentes historiográficas que conservan intacto el mensaje de su autor. Esas primeras ediciones de libros antiguos, son siempre un tesoro que conserva la esencia inalterable de la idea que el autor ha querido donar a la humanidad, sea de una temática científica o de cualquier género literario. Por ello no hay mejor forma para saborearlo y entenderlo, que hacerlo en su lenguaje original y en la edición más temprana que podamos consultar.
Por supuesto, es difícil adquirir todas las obras que nos interesan en sus primeras ediciones, pero aquellas obras o autores que son especialmente relevantes para cada uno de nosotros, merece la pena leerlas tal y como fueron pensadas y escritas en su momento, sin alterar su lenguaje, sin que haya ningún intermediario entre el autor y el lector. Sólo así se podrá apreciar la riqueza del lenguaje utilizado, contextualizando la época en que fue escrito, y apreciando la evolución y los cambios en la lingüística que se han producido.
Lógicamente, a lo largo de la historia del libro, hemos tenido acceso a obras, gracias a la evolución de la imprenta, que permitió el acceso a la cultura con ediciones económicas, cuya finalidad era difundir el conocimiento. Pero no hay que olvidar, que para los bibliófilos y cualquiera que quiera profundizar en una temática o autor, es necesario y precioso acudir a aquellas ediciones que conservan intacta la obra, en el lenguaje de su tiempo y el idioma de su autor. Al igual que cuando queremos estudiar una obra pictórica, no partimos de la imagen reproducida en un papel y acudimos al óleo original para analizar la pincelada del artista y reconocerlo en ella, así también deberíamos leer los libros antiguos, disfrutando cada palabra pensada y escrita, disfrutando también de la tipografía elegida por el editor. Podemos leer a Cervantes, Shakespeare, Petrarca, Montaigne … traducidos por grandes profesionales que han realizado su trabajo para que podamos leer la obra en nuestro idioma o lenguaje actual, pero en ese trayecto habremos alterado, sin duda, parte de la belleza y riqueza de la obra como testimonio de su autor y de su tiempo. Al propio lenguaje, también hay que añadir la belleza de las ediciones antiguas, con sus imperfecciones tipográficas, sus imágenes xilográficas ilustrando la obra, grabados, y como no, la encuadernación que los recubre y preserva del tiempo. Auténticas obras de arte, como las que se encuentran en esta librería y que suponen un auténtico objeto de deseo para los amantes del libro, no sólo para ser adquiridas y expuestas inamovibles en vitrinas, más bien para darle vida entre nuestras manos y enriquecer nuestro conocimiento con el de aquellos que nos precedieron y que aportaron grandes obras e ideas para el progreso de la humanidad.
Gracias nuevamente por las propuestas que ofrece este blog y por esa ventana, siembre abierta, que nos permite apreciar las joyas que esconde.
En estos días difíciles tal vez nos de ánimo recordar una frase de Miguel de Cervantes:
“Confía en el tiempo, que suele dar dulces salidas a muchas amargas dificultades”.