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Los viajeros de la Historia: o cuando Napoleón se sienta en tu maleta[ 5 Sep 2025 ] |
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![]() Viaje, viaje... Si hay una actividad humana que caracteriza nuestro siglo, quizás sea esa. Nunca antes habían viajado tanto, todos los meses del año y por todos los continentes, viajeros de todas las condiciones y edades que persiguen, cada uno, su propia aventura. Yo mismo viajo bastante, por la gestión de la librería: comprar libros antiguos, exhibirlos en ferias internacionales, reunirme con clientes, etc. Y es viajando así con mis obras —como un buhonero de los tiempos modernos— que me he dado cuenta de que los verdaderos viajeros, en realidad, ¡son los libros mismos! Generalmente es imposible rastrear la trayectoria de un libro desde que salió de la prensa hace varios siglos hasta nuestros días. Pero si nos limitamos a seguir su camino desde que se incorporaron al inventario de la librería, puedo asegurarles que, a menudo, su contador kilométrico no tiene nada que envidiar al de los trotamundos más experimentados. Es cierto que la mayoría no tienen un pasaporte sellado. Aun así, no debe haber muchos objetos hechos por la mano del hombre (excepto aquellos cuyo propósito es viajar, como las maletas, ¿verdad, Sr. Vuitton?) que puedan competir con sus peregrinaciones por la superficie de nuestro planeta. Esto seguramente hará fruncir el ceño a más de un ciudadano eco-responsable: piensen en la huella de carbono de estos venerables volúmenes haciendo turismo intercontinental de una feria de bibliofilia a otra, ¡como influencers saltando de una playa de arena fina a la siguiente! Pero el abogado defensor nos ha señalado los siguientes puntos:
De todos modos... imagínense que me quedé sin coche la semana pasada. ¡Estaba en el corazón de una región francesa maravillosa, la Lozère! Y tuve que continuar mi viaje en tren con mi equipaje, mi maleta y mis bolsas de libros. Eran ellos, los libros, los menos estresados de todo el equipo. Ellos ya habían visto otras... Miren qué aspecto tan orgulloso tiene este precioso documento firmado por Napoleón que espera pacientemente el tren en el andén. Un tren puede esconder otro, así que aquí va una pregunta adicional: dado que los libros están hechos para viajar, ¿qué piensan ustedes de las leyes que pretenden limitar su circulación bajo el pretexto de la defensa del patrimonio? ¿Pertenecen los libros a un territorio? ¿Necesitan un pasaporte que eventualmente les prohíba cruzar fronteras? ¡Buen fin de semana a todos! |
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Bibliofília 2.0 | |
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publicado por Julien a 14:52 |